Tiene algo, un no sé qué, que me vuelve loco. Es capaz de poner mi mundo patas arriba con solo una mirada y yo, que no soy más que el temblor de una voz nerviosa que no encuentra las palabras adecuadas, me pierdo en mitad de todo lo que me hace sentir.
El amor debe sumar, siempre.
La declaro culpable de todas mis sonrisas, prisionero de sus ojos cuando estos brillan de puro placer. Será que la felicidad lleva su nombre, pues de todo lo que siento solo sé que nada suena en mi pecho con la fuerza que ella lo hace. Amarla es tan sencillo que a veces incluso dudo. No de ella o de nosotros, sino de la realidad de este sueño en que vivo desde que la conocí.
Es mucho más que la sonrisa pasajera de la felicidad que un día llega y mañana se va. Capaz de dejar eco en mis labios con cada beso para que la recuerde cuando no está, tiene el poder de hacerme sentir diferente a los demás.
El amor que yo siento nace de la suma de cada uno de sus hechos. El amor debe sumar, siempre. Si resta, no es amor. Y no hay resta en sus actos porque amar se traduce en seguir sumando incluso cuando todo se vuelva gris. Y eso es ella, la suma que siempre me hace crecer.
Si resta, no es amor.
Solo espero seguir estando a la altura de lo que un amor como el suyo supone. Darlo todo y saber que al otro lado de mis esfuerzos está alguien capaz de leer entre líneas que por mucho que tropiece, seguiré siendo parte de la suma.
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