Es algo que me pregunto desde hace tiempo. Seguramente haría lo mismo, puede que todo diferente. Sinceramente, no lo sé. Juré que nunca dependería de nadie y creo que, aunque seas una de las personas más importantes de mi vida, he conseguido mantenerme fiel a mi palabra.
Aún así, sé que nada sería igual si un día me faltas. Tienes demasiada luz como para no notar las sombras que dejarías en mi vida. Esa que pusiste patas arriba el día que llegaste y que, estoy seguro, pasaría lo mismo si un día decides irte.
No digo que no pueda vivir sin ti, ni mucho menos. Todos somos libres de hacer con nuestra vida lo que nos dé la gana. Hace mucho que tengo claro que mi felicidad no depende de nadie pero, aún así, sé que perderte sería un golpe terrible. Uno de esos que pesan en la memoria mucho tiempo y anclan la felicidad a un regusto de amargura del que cuesta desprenderse.
Tú tienes la llave que me enciende las estrellas
Y te quiero como nunca he querido a nadie, que también cuenta. Me he entregado tanto a ti que a veces me pregunto cuándo me quedé sin frenos. Corrí directo al precipicio y salté sin paracaídas alguno, esperando que tú me salvaras.
Y lo hiciste.
Por eso hoy te digo todo esto. Porque, simplemente, no quiero perderte. ¿Qué haría yo sin ti? Lo mismo, seguramente. Pero con todas las luces apagadas pues solo tú tienes la llave que me enciende las estrellas. Esas que a veces miramos e inventamos caminos que nos lleven a un futuro juntos en el que nunca me faltes.
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