Amar es mucho más que decirlo. Me atrevería a afirmar, incluso, que ama mejor aquel que lo hace en silencio, con hechos y no palabras, que aquel que lo grita a los cuatro vientos. Es demostrar que lo das todo aunque cometas errores y que cada día trates de mejorar.
Amar es sonreír aunque la vida apriete. Perder la vergüenza y mirar embobado a la otra persona. Por mucho mundo que haya a su alrededor, tus ojos serán suyos y nada importará entonces más allá de sus fronteras.
Amar es confiar. Es entregarte por completo a otra persona, dejar que mire debajo de tu coraza y, aún así, no sentirte vulnerable. Es saber que ese alguien no te juzgará por todo lo que escondes, sino que confiará en ti para que tú mismo mires debajo de la suya.
Amar es arriesgar a pesar de que se puede perder. Es aceptar que un día pueda llegar a doler y, a pesar de ello, entregarse sin miedo y apostarlo todo por un futuro a su lado.
Porque sí. Porque amar es tan complicado y sencillo al mismo tiempo que a veces nos olvidamos que lo verdaderamente importante es el camino, es disfrutar de la sensación de estar enamorado, de ser fiel a tu pareja y a ti mismo y tratar siempre de mirar hacia delante mientras crecen fuertes los cimientos de todo eso que estáis creando juntos.
Ser libre.
Amar es darlo todo, vaciarse cada día y volver a llenarse una y otra vez con el amor y la alegría que te regala tu pareja. Es estar con alguien y al mismo tiempo ser libre para poder elegir seguir enamorándote cada día de la misma persona.
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