Me he cansado de seguir dándolo todo por personas que, al final, no merecen la pena. Crees que están ahí, dispuestas a ayudarte, a darlo todo y, cuando de verdad los necesitas, se vuelven humo en el aire y desaparecen de tu lado. A pesar de todo lo que tú has hecho y harías por ellos.
Por eso, estoy harto de darlo todo sin recibir nada a cambio. Y eso que no soy egoísta, todo lo contrario. Siempre doy demasiado a pesar de que pueda llegar a doler. Me entrego con todo lo que tengo y por eso siempre acabo estrellado contra el muro de realidad que levantan en la huída.
Y ya no más.
Ojalá un día aprenda a frenar el paso. Quizá así sea capaz de esquivar el golpe y no salga siempre lastimado. Ojalá un mañana sin tener que preocuparme por todo esto.
Ojalá yo. Me he perdido queriendo darme a los demás y ahora me cuesta encontrarme. Quizá me alejé de mí por perseguir estrellas, volando demasiado alto como para ahora volver a tierra de forma segura. Estoy a la deriva en este mar de huidas en el que todos se van y solo quedo yo, naufragando en eternas preguntas sin respuesta.
Me encontraré de nuevo y cerraré las puertas, las ventanas. Levantaré todas mis defensas una vez más y no dejaré entrar a nadie. Estoy cansado de que me duelan dentro. Tengo demasiadas heridas en el corazón como para seguir sufriendo por cualquiera y… no sé a quién pretendo engañar. A mí mismo, supongo. Soy como soy y no sé cerrar nada. Por mucho que creo protegerme, siempre termino dejando entrar a cualquier persona que me parece sincera.
Es lo que hay. Prefiero que me duelan antes que perder la oportunidad de conocer a alguien increíble. La vida es demasiado corta y, por muy cansado que esté ya de personas que no son ni la mitad de lo que dicen ser, quizá sea simplemente una mala racha. No puede ser que el mundo entero sea así y solo yo conozca el significado de la palabra “lealtad”.
Ojalá no me duelan mucho más. Supongo que eso sería lo ideal. Aún así, qué más da. Nadamos en deseos que casi nunca se cumplen y, mientras perdemos el tiempo, la vida pasa y decide por nosotros qué nos va a tocar vivir. Ojalá tú, que estás por llegar, entiendas todo esto y, sobre todo, ojalá no duelas.
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