No te conformes con alguien que no te merezca, con un trabajo que no te llene, con una carrera que no te guste. Vive sin arrepentirte de nada, toma tus propias decisiones y nunca dejes que sean otros los que controlen tu alma.
No te conformes con sonrisas a medias, con medios amores. Que no entre en tu vida nadie que no lo merezca y, si entran sin que te des cuenta, échalos a patadas antes de que se conviertan en el motivo de tus lágrimas.
No te conformes con miradas vacías. Quédate siempre con los ojos que te reten cuando vuestras miradas se crucen y deja a un lado todas aquellas miradas que no sean capaces de dejar salir los secretos que esconden. No todos, está claro. Cada uno tiene sus propias historias privadas. Pero desconfía de cualquier mirada vacía, de todo aquel que se esconda tras una fachada.
No te conformes con cruzar las metas que se hayan marcado otros. Busca tu propio camino, tropieza las veces que haga falta y nunca pierdas la esperanza, la ilusión, las ganas. Toda mala decisión tendrá sus consecuencias, obviamente, pero todo pasa. Siempre llegará mañana con un nuevo sol, con un nuevo día. Una página en blanco para seguir escribiendo tu propia historia, tu propia vida.
Tienes todo lo que te hace falta para triunfar.
Está ahí, al alcance de tu propio esfuerzo. Por eso, no te conformes nunca, sigue avanzando en pos de tus sueños y no dejes que nadie influya. No olvides que tienes el poder de fijar tus propios límites, así que nunca dudes en empujarlos tanto como te haga falta. La vida es mucho más que conformarse, mucho más que aceptar lo dado y sentirse a gusto con ello.
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