Vivimos en un mundo que no entiende que lo bonito está en lo diferente. Y se empeña en mirar hacia otro lado, en criticar, en no darle el valor que realmente tiene. Como si tuvieran miedo de ti, de todos los que nos atrevemos a ser lo que nos dé la gana ser. Miedo de seguir encerrados en sus mundos “perfectos”, que se caen a pedazos con cada golpe de realidad.
Y lloran. En silencio, pero lloran. Porque no entienden como tú, que eres tan diferente al resto, eres más feliz que ellos, que siempre han hecho las cosas “bien”. Y así les va, en un eterno ataque de ansiedad. De pastillas, de noches de insomnio, de una falta absoluta de felicidad. Será que ellos, en su mundo perfecto, no consiguen salir de esa rutina impuesta y ser libres, al fin, para hacer con su vida lo que les dé la gana.
Como haces tú.
Eres increíble. Hace mucho que decidiste ser cómo quieres ser, luchar por lo que mereces y nunca dejar que nadie te encasille en ningún molde. De hecho, rompiste el tuyo al nacer y por eso eres así. Y lo más bonito de todo es que ni siquiera te das cuenta. Vives sin pensar en los demás, sin dejar que nadie te diga nunca que ser tú está mal. Que se atrevan si quieren a intentarlo, pues has aprendido a defender tu realidad con uñas y dientes de todos esos que no aprecian algo único, hermoso, algo diferente.
Quizá, como decía al principio, lo bonito esté en lo diferente y este mundo loco nuestro haya decidido, no sé por qué, que la belleza se puede medir siguiendo unas reglas. Me rio por no llorar. Hemos llegado a un punto en el que te miran mal, raro, por ser tú mismo.
Pues que les den a todos.
Basta ya de vivir mirando de reojo lo que hagan todos. Basta ya de seguir normas en las que no consigues encajar, en las que no eres feliz. Vive tu vida como te dé la gana, haz con tu cuerpo lo que quieras y sé feliz siendo tú. Eres increíble, entérate, y no debes dejar que nadie te haga sentir lo contrario.