Cada vez te siento más lejos de mí, de nosotros. Estás aquí y al mismo tiempo en otro mundo. Siento que tu cabeza ya piensa en un futuro en otros brazos y que lo único que te retiene es tu corazón. Quizá ni eso. Tal vez solo estés esperando a que yo también me enfríe para que todo esto sea lo menos doloroso posible.
Y no sabes lo que duele igualmente. Tenerte, abrazarte, besarte… y sentir vacío en cada una de las cosas que haces. Serás de otro ya, quién sabe. Quizá anheles otros brazos, otros labios, otro amor.
Se me pasan tantas cosas por la cabeza cada día que no sé cómo no me he vuelto loco aún. Si sigues aquí, ¿por qué no lo intentas al menos? Lucha un poco por todo esto que tanto nos ha costado construir. No dejes que se pierda en el olvido de tu adiós.
Estoy seguro de que, algún día, cuando todo esto se haya terminado y yo ya no piense en ti como ahora lo hago, te darás cuenta de que cometiste un gran error.
Y tal vez entonces me busques otra vez.
Y yo ya no estaré ahí para ti.
No de la forma en la que ahora lo estoy.
Así que ten cuidado con este juego que te traes entre manos. Hay heridas que nunca sanan cuando las provocas en el corazón. El mío ya tiene suficientes remiendos como para seguir sufriendo en el frío de tu amor moribundo.
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